AIS - Cono Sur

AIS - Cono Sur
Argentina - Chile - Perú

por Herbert Mujica Rojas

14-2-2002


Hay sectas cuyo accionar provoca un profundo daño en la sociedad, lo cual aún no ha sido materia del estudio imprescindible de quienes se jactan de “analistas” y “exégetas” de la realidad social. Por el flagrante desconocimiento del problema sectario en el Perú tenemos la obligación de promover el abordaje de esta problemática entre los periodistas, sociólogos, antropólogos, médicos, psiquiatras, psicólogos, abogados y demás profesionales involucrados y comprometidos con el desarrollo democrático del país y dispuestos a condenar cualquier acto que viole los derechos humanos de toda persona y, en especial, su derecho a la libertad de consciencia.

Este trabajo, producto de múltiples horas de trabajo en Lima, Arequipa y otras partes del país y Latinoamérica pretende cumplir un papel pedagógico al denunciar al Sodalitium Christianae Vitae, grupo fascista por convicción y temperamento, y su cancerosa acción al interior de la sociedad peruana. Puédese discrepar de él, de pronto suscita opiniones violentamente contrarias, pero lo que sí va a ser imposible es ignorarlo.

Pocos meses atrás en El totalitarismo católico en el Perú, tesis que en su edición príncipe incluyó menciones a las baladronadas que acostumbra impulsar el Sodalitium, denunciamos cómo, a partir del Concordato, vínculo internacional no sancionado por ningún Congreso, la Iglesia Católica vive a expensas del no pago de tributos y además de los miles de dólares que sus principales funcionarios se embolsican cada mes, sin trabajar, sin merecerlo y en una constante expoliación del pueblo peruano, que no tiene cuando terminar porque se hace en nombre de una “fe” tradicional y que en realidad ha constituido la continuación de un robo que ya supera los 500 años de permanencia insolente en el país. Este mismo Concordato es el que, amparando a la Iglesia Católica, favorece legalmente el expansionismo sodálite y es el que utiliza esta secta para proteger sus inversiones.

Lea pues, amigo lector, estas procelosas páginas con ojos críticos, compulse fuentes, acuda a testimonios, revise materiales, proponga una refutación científica, orgánica. A una idea se la combate con otra. Al sectarismo difundido por el Sodalitium le denunciamos en la comisión de múltiples actividades que son fácilmente comprobables en diarios y publicaciones. A las sectas hay que enfrentarlas con decisión y valentía indómitas. El fanático sabe que cuando tiene a adversarios de ese jaez sólo tiene una opción: luchar o morir. Y puedo anunciar, sin jactancia, pero premunido de la verdad verdadera, que habemos muchos dispuestos a erradicar la presencia de estos disociadores y su prédica retrógrada, exaltadora de principios antidemocráticos y profundamente racistas.

05-abril-2016

26.10.15

AméricaTV, Cuarto Poder: Sodalicio, surgen más denuncias de ex-integrantes por abuso sexual (vídeos)



- Vídeo 1: minuto 13:48 aprox. aparece el Dr. Héctor Guillén Tamayo, miembro fundador de AIS-Cono Sur:
http://www.americatv.com.pe/cuarto-poder/reportaje/sodalicio-surgen-mas-denuncias-exintegrantes-abuso-sexual-noticia-35095?ref=ivmv

- Vídeo 2:
http://www.americatv.com.pe/cuarto-poder/reportaje/sodalicio-surgen-mas-denuncias-exintegrantes-abuso-sexual-noticia-35095

¿Cuál es el destino judicial y eclesiástico de estas denuncias y del mismo Luis Fernando Figari, hoy de retiro espiritual en Roma?
Nuevos testimonios de ex miembros del Sodalicio de Vida Cristiana confirman los abusos y daños irreparables que sufrieron jóvenes por parte del fundador y líder de esta congregación, Luis Fernando Figari Rodrigo, así como de otros líderes espirituales de esa organización.
“En el año 1991 previamente a ingresar a la comunidad, Luis Fernando Figari se aparece una madrugada y nos dice quítense la ropa y quédense en calzoncillos y recuerdo a alguien filmándonos, como en este momento”, reveló a Cuarto Poder el exsodalite Oscar Osterling.
Una cadena de abusos psicológicos, físicos y hasta sexuales que se inician con técnicas de manipulación en la que un adolescente pierde su identidad, el derecho a tener ideas propias, reprimir su sexualidad y practicar la obediencia absoluta hacia su líder en nombre de Dios.
Oscar Osterling formó parte del Sodalicio durante dos décadas. Entregó los mejores años de su vida al servicio de esa congregación católica ultraconservadora.
Pero el 2011 decidió salirse de ella cansado de los maltratos psicológicos a los que fue sometido en los últimos cuatros años. El Sodalicio lo castigó y lo envío a Colombia contra su voluntad, por una falta que ellos consideraron muy grave: haberse enamorado de una chica.
“No llego a nada sencillamente había una amistad. A mí me marcó muchísimo. Fue un abuso de autoridad, querían que a través de los test proyectivos apareciera algo. Ellos me decían tú vas a hacer los que diga Luis Fernando”, indicó.
Años después, Osterling denunció estos hechos ante el Tribunal Eclesiástico y se entrevistó con su presidente, el sacerdote Víctor Huapaya.
“Fui a hablar con el padre Huapaya y me dice que no han avanzado nada. Yo ya envíe las denuncias a Roma hace tiempo y me dice que cree que hay alguien en Roma del Sodalicio atajando las denuncias, se refería al Procurador”, recordó.
También denunció prácticas ilegales del Sodalicio, como la vulneración del secreto de sus comunicaciones. En el libro de Pedro Salinas también se hace referencia a la intervención de la correspondencia de los que vivían en comunidad.
Pero de acuerdo a los testimonios brindados por exsodálites, Luis Fernando Figari no sería el único que habría practicado la pederastia al interior de esa organización.
El ya fallecido German Doig, el llamado vicario del Sodalicio y quien fuera en su momento el número dos de esa comunidad, también fue acusado de violación por tres de sus víctimas y esto provocó que su trámite de beatificación iniciado en Roma se paralice.
También otros dos sodálites consagrados muy allegados a Luis Fernando Figari fueron acusados por el mismo delito: violación. Daniel Beltrán Murguía Ward y Jeffrey Daniels.

¡Imperdible!



Fin de la Portada

jueves, 26 de mayo de 2016

Los archivos secretos del Sodalicio

archivo_viejo
«Hay un expediente de cada sodálite en mi archivo, donde se guarda toda su información». Aunque en varias ocasiones le oí decir esto o algo similar a Luis Fernando Figari durante el tiempo que viví en comunidades sodálites, 
  • nunca supe ni donde estaba ubicado físicamente el archivo, 
  • ni quienes tenían acceso a él, mucho menos los documentos y papeles personales que podían haber sobre cada uno de los miembros del Sodalicio.
  • ¿Estaban allí las pruebas psicológicas que nos habían tomado cuando todavía éramos menores de edad? 
  • ¿O el examen psicológico que se me tomó en el año 1993 cuando estaba en San Bartolo atravesando por una grave crisis personal? 
  • ¿Había allí informes elaborados por los superiores y consejeros espirituales? 
  • ¿Había allí un récord con los avances que se había hecho en el camino a la santidad, que consistía en ir asumiendo cada vez de manera más perfecta el estilo sodálite propuesto por Figari? 
  • ¿Estaban allí los resultados del examen médico, incluido palpamiento de testículos, que me había hecho, antes de que yo entrara a formar parte de una comunidad sodálite, Franco Attanasio —ex sodálite, quien era entonces el médico del Sodalicio y ahora es especialista en medicina interna del Grand River Health Center en Detroit (Michigan, Estados Unidos)— ?
INGRESO - EGRESO Lo cierto es que no tengo memoria de que haya habido ningún documento por el cual se formalizara oficialmente mi ingreso al Sodalicio de Vida Cristiana, así como tampoco hay documentos de cuando la gente se separa de la institución. Lo cual a la larga resultaba perjudicial para cualquier miembro y ex miembro del Sodalicio, pues sin acuerdo firmado entre ambas partes, no existe legalmente ninguna obligación formal de parte de la institución hacia sus integrantes. De ahí que quien ingresaba al Sodalicio, entraba a formar parte de una asociación donde las reglas sólo se formulaban oralmente, donde no se ponía por escrito cuáles eran los derechos y obligaciones de uno como miembro ni los deberes y obligaciones que tenía la institución hacia uno.
NIVELES Si bien el texto de las promesas formales que culminaban en la de profeso —aspirante, probando, cuatro niveles de formando, consagrado temporal, consagrado perpetuo— contenían algunas obligaciones expresadas de manera muy general, uno por lo general ni siquiera recibía una copia de la promesa que había formulado. El texto de los ceremoniales sodálites era un material que se guardaba con celoso secreto y que no debía ser dado a conocer públicamente a nadie, mucho menos correr el riesgo de que llegara a manos extrañas imprimiendo alguno de los rituales de las promesas y entregándoselo a los que las emitían en ceremonias privadas.
ESTATUTOS Pero hay otro texto guardado con mucho mayor celo y sigilo, en el cual se encuentra la normativa que rige a la institución, a saber, los Estatutos del Sodalicio de Vida Cristiana, que fueron ligeramente modificados y recibieron la denominación de Constituciones en el momento en que el Sodalicio fue elevado al rango de sociedad de vida apostólica laical de derecho pontificio en el año 1997. Un ejemplar de los Estatutos o Constituciones era entregado a los sodálites que hacían por primera vez su profesión temporal, que es el paso previo a la profesión perpetua. Sin embargo, todo los sodálites están obligados a cumplir las normas allí estipuladas, incluso aquéllos de rangos inferiores, aun cuando no les sea permitido acceder al texto. Conocen las normas solamente por intermedio de sus superiores, a los cuales deben prestar una confianza ciega y rendirles obediencia absoluta. Esta situación es propicia a que se cometan abusos y atropellos, pues no hay modo de saber si lo que enuncian los superiores es del todo conforme a las reglas. Más aún, el Sodalicio nunca ha contado con mecanismos internos para denunciar abusos de autoridad.
OBJECIÓN DE CONCIENCIA En principio, Luis Fernando Figari señalaba que un sodálite debía obedecer a sus superiores en todo, aunque lo mandado le pareciera un absurdo y un sinsentido. Más aun, ni siquiera debía preguntar qué sentido tenía la orden, pues ello implicaba ya un acto de desobediencia al ser un cuestionamiento de la autoridad del superior. Sin embargo, admitía una excepción: no se debía obedecer si lo mandado iba contra la moral cristiana. El problema es que a un sodálite se le enseña a desconfiar de sí mismo y de su propio criterio, y a confiar ciegamente en los superiores. Desobedecer debido a una objeción de conciencia resultaba prácticamente imposible bajo estas condiciones, pues quien arguyera que no se sujetaba a la obediencia por razones morales terminaría siendo sometido a disciplina y cuestionado por decidir según su criterio personal qué era moral y qué no.
QUEJAS DOCUMENTADAS El mismo Óscar Tokumura fue cuestionado personalmente en San Bartolo debido su ensañamiento con algunas de las personas que estaban a su cargo por uno que otro sodálite, que fueron obligados a callar y a obedecer cuando le enrostraron sus excesos. Recurrir a instancias superiores no sirvió de nada, pues Tokumura contaba con el respaldo pleno del mismo Figari y del P. Jaime Baertl. Y he de suponer que ninguna de estas quejas fueron documentadas debidamente en un informe.
ACREDITACIONES Volviendo al tema de los archivos, caí en la cuenta, habiendo pasado ya tanto tiempo desde que me desvinculé del Sodalicio, de que nunca había oficializado esa separación y no tenía ningún documento que acreditara tanto mi paso por el Sodalicio como el hecho que ya no era miembro de la institución. Además, si el Sodalicio aún mantenía documentación e información sobre mí en sus archivos, que ya no tenía ningún derecho a seguir conservándola. Es así que a fines del año pasado le envié el siguiente e-mail a Alessandro Moroni, Superior General del Sodalicio de Vida Cristiana:
Lunes, 14 de diciembre de 2015
Estimado Sandro:
Veo con interés y expectativas los esfuerzos que estás haciendo para llevar adelante un proceso de revisión, renovación y reconciliación del Sodalicio, a fin eliminar de todo aquello que permitió que se cometieran sistemáticamente en la institución abusos psicológicos, físicos y sexuales y, de este modo, prepararse para servir nuevamente a la Iglesia siguiendo tras las huellas de Nuestro Señor Jesucristo.
Aún así, debo admitir que desde hace tiempo no descubro en el estilo y la espiritualidad sodálite mi propio camino como católico creyente en la Iglesia, y dado que nunca formalicé de manera oficial mi renuncia a seguir siendo adherente sodálite, aprovecho estas líneas para manifestarte mi decisión de romper irrevocablemente todo vínculo institucional con el Sodalicio.
Asimismo, solicito que se me devuelva toda la documentación sobre mi persona contenida en los archivos del Sodalicio, incluyendo la autobiografía de puño y letra que escribí, todos los resultados de las pruebas psicológicas que se me tomó en diversas etapas de mi vida, así como también la carta que escribí para ser admitido en comunidad y la carta que redacté para poder emitir mi compromiso de adherente sodálite. Considerando que no está estipulado en ningún reglamento interno cómo se ha de manejar y administrar estos papeles, ni el Sodalicio tiene tampoco autorización legal para guardar documentación personal de ex miembros, no quiero que se conserve ningún documento referente a mi persona en el archivo del Sodalicio, salvo aquellos en que se me mencione por motivos puramente historiográficos o en textos que hayan sido legítimamente publicados.
Un cordial saludo
Martin Scheuch
P.D. Quiero que sepas que no soy el único que sabe que te estoy enviando esta carta. Se trata de personas de confianza que verían con agrado que accedas a lo que te solicito. En aras de la objetividad, yo mismo vería eso como una buena señal e informaría al respecto en mi blog en términos positivos sobre el Sodalicio. Hace tiempo que deseo escribir cosas más positivas del Sodalicio —y algo de esto se puede encontrar desperdigado en mis escritos— pero lamentablemente son demasiadas las metidas de pata que se han cometido en los últimos tiempos como para tener que bajar la guardia. De todos modos, puedes contar con mi buena voluntad.
A los tres días Moroni me envió un acuse de recibo, prometiéndome acceder a lo que solicitaba a la brevedad posible. Recién el 20 de enero de 2016, previo enérgico recordatorio de mi parte enviado el 16 de enero, accedió a enviarme la documentación solicitada.
Semanas después recibí en mi domicilio en Alemania un sobre de manila conteniendo un conjunto de papeles amarillentos avejentados por el tiempo, además de un cuaderno Atlas de formato pequeño y algunas copias fotostáticas. Además de la carta confirmándome el tiempo que había vivido en comunidades sodálites y mi posterior permanencia en el Sodalicio como adherente sodálite (sodálite casado), redactada en términos correctos y cordiales, donde además me confirmaba mi pedido de «romper irrevocablemente todo vínculo institucional con el Sodalicio», había copias de de los siguientes documentos:
  • Carta dirigida al Superior del Sodalitium Christianae Vitae, del 17 de diciembre de 1981 solicitando entrar a vivir a una comunidad de formación.
  • Carta dirigida al Superior del Sodalitium Christianae Vitae, del 13 de agosto de 1988 solicitando realizar la profesión temporal en la Sociedad.
  • Carta dirigida al Superior del Sodalitium Christianae Vitae, del 12 de agosto de 1991 solicitando renovar los compromisos temporales.
  • Carta dirigida al Superior del Sodalitium Christianae Vitae, del 17 de julio de 1993 solicitando licencia de la vida comunitaria por tres meses.
Moroni me recalcó que los «originales permanecerán en los archivos del Sodalicio de Vida Cristiana por que son documentos que fueron remitidos a las autoridades de la misma, tienen tienen un valor histórico, registran los distintos pasos que diste cuando eras parte de la sociedad».
El primero de estos documentos fue redactado con máquina de escribir y los demás están escritos de puño y letra, en un lenguaje y estilo estandarizado conforme al pensamiento único que se implantaba a los sodálites. Comprendo que el Sodalicio quiera guardar los originales, pues en estas cartas aparecen frases como «esta decisión la he tomado libremente y por mi propia voluntad», «este anhelo mío es completamente libre, sin coacción de ningún tipo», «esta decisión la he tomado libre de toda coacción externa e interna», «he llegado con toda libertad a la conclusión de que...» Las cartas debían contener estas formulaciones para poder acceder a lo que allí se pedía. Las tres primeras las redacté estando bajo el código de la obediencia y en un contexto donde la posibilidad de otras opciones distintas ni siquiera se planteaba. En el Sodalicio a uno se le proponía ascender en la jerarquía de compromiso o quedarse en el mismo nivel, pero la posibilidad de retirarse de la vida comunitaria y no seguir el estilo de vida de un consagrado con obligación de obediencia y celibato ni siquiera se mencionaba. Era un tema tabú. Quienes han expresado este deseo lo han hecho después de varios meses de tortura interior, y las consecuencias siempre han sido que se pusiera a la persona en “etapa de discernimiento” —orientada a evitar en la medida de lo posible que el sujeto se aparte del camino señalado, pues ello se interpretaba como una traición al Plan de Dios—, la cual se podía prolongar durante meses, sin que en la mayoría de los casos la persona se sintiera en capacidad de imponerse y de decidir voluntariamente salir por la puerta delantera el día y la hora que quisiera. Incluso cuenta el brasileño Josenir Lopes Dettoni en un desgarrador testimonio (ver SODALICIO: UN TESTIMONIO BRASILEÑO) que un día decidió irse de San Bartolo y «al notar que yo me hallaba fuera de la comunidad cargando una maleta, un “hermano” corrió hasta la plaza, donde yo me encontraba, y me detuvo físicamente. Me agarró y no me dejó hasta que se llamara al superior [...], momento a partir del cual continué detenido hasta que nuestra conversación me llevó al llanto y a más desequilibrio emocional. Acordamos entonces que yo necesitaba discernir más. Por lo tanto, salir de comunidad no siempre es tan sencillo». Por esa misma razón, muchos de quienes querían evitarse todos estos problemas, se largaban clandestinamente entre gallos y medianoche, sin que por ello dejaran de arrastrar consigo el trauma de sentirse realizando una acción cuasi-delictiva. A partir de entonces se convertían en personas no gratas para el Sodalicio y se les mencionaba con apelativos como “judas”, “traidor” o “innombrable”.
La última carta, donde expreso mi deseo de abandonar la vida comunitaria, está atravesada por un hondo sentimiento de fracaso y tristeza, pues —debido al formateo mental de que había sido objeto durante más de una década— veía la decisión que estaba tomando como una consecuencia de mis propios problemas e inconsistencias personales y no como lo que fue realmente, un primer paso para obtener la libertad y arriesgarme a buscar la felicidad humana en el mundo de los mortales comunes y corrientes. En ese momento no sospechaba que se trataría de un largo camino donde el fantasma del Sodalicio estaría continuamente, como una sombra, acechando mis pasos.
AUTOBIOGRAFÍAS Además de copias de mi partida de nacimiento y de mi certificado de bautismo, había varios textos manuscritos que yo había redactado a pedido de mi consejero espiritual de entonces, Jaime Baertl, algunos de ellos inquietantes, por el hecho de que contenían revelaciones íntimas de mi vida personal puestas por escrito cuando yo todavía no había superado esa etapa crítica y borrascosa que es la adolescencia. Se trata de dos extensas autobiografías, una terminada en septiembre de 1979 y la otra en septiembre de 1980. Además, hay varias hojas de análisis personal, de recuento detallado de lo que yo consideraba mis pecados, de actitudes que debía cambiar y deberes que tenía que cumplir, así como una reflexión sobre el hombre como ser para la comunicación y una descripción de la tormentosa relación con mi madre. En otro texto hago una narración detallada de cosas importantes en mi vida que ocurrieron durante mi viaje de promoción a Huaraz con mi clase de 3° de secundaria del Colegio Alexander von Humboldt —téngase en cuenta que al año siguiente ingresaría a la Escuela Superior de Educación Profesional Ernst Wilhelm Middendorf con un régimen semi-universitario—. También hay un cuento de Navidad escrito a máquina que yo no recordaba haber escrito.
Actualmente me resulta preocupante que esos textos hayan estado en el archivo del Superior General a disposición de Luis Fernando Figari, pues allí se detalla hasta en su más íntimos rincones lo que era la vida personal de un muchacho desorientado en búsqueda de respuestas a las incógnitas de la existencia. Allí está todo lo que yo pensaba y sentía, todos mis anhelos y esperanzas, todos mis problemas adolescentes desde mis ansias de independencia, los conflictos con mi madre hasta las experiencias de autosatisfacción vinculadas al despertar sexual. Viéndolo desde la distancia, tomo conciencia del riesgo que significó para mí que ese material estuviera en manos de un megalómano manipulador y abusador sexual como Figari. 
Entre el material que recibí había también unas cuatro hojitas, 
  • una de ellas con el título “Ficha de entrevista espiritual”, escritas de puño y letra por Jaime Baertl. ¿Era lo único que había? Me cuesta creerlo. 
  • ¿Durante los once años que pasé en comunidad no se elaboró ningún informe sobre mí? 
  • ¿En qué se basaba entonces Luis Fernando para decidir si me quedaba en el mismo nivel de compromiso o pasaba al siguiente? 
  • ¿Dónde están mis resultados de la tan temida prueba oral sobre la doctrina sodálite que Luis Fernando junto con otros dos miembros de la cúpula tomaba en una especie de ritual solemne y secreto al final de la etapa de probando, cuya aprobación era requisito indispensable para pasar al nivel de formando? 
  • ¿No recibía Luis Fernando informes personales sobre cada sodálite para mover sus fichas en su ajedrez personal al final de cada año, es decir, decidir qué sodálites iban a vivir en cada una de las comunidades durante el año siguiente?
  • ¿Dónde fueron a parar las pruebas psicológicas que se me aplicó? 
  • El examen médico, ¿fue sólo una finta o también se emitió un informe? 
  • ¿Existió toda esta documentación? 
  • ¿O bien ha sido destruida, si es que no se guarda aún con sabe Dios qué fines?
  • Porque de no haber existido, nos encontraríamos con un alto nivel de informalidad en el Sodalicio con las consecuencias que ello suele acarrear: abusos de autoridad, arbitrariedad, corrupción, ocultamiento de información, encubrimiento de delitos, impunidad.
ARCHIVO CAÓTICO Por otra parte, Moroni me confirmó que la documentación que me envió se encontraba en el archivo del Superior General, pero que podría haber otros documentos en otros archivos, entiendo que de los demás superiores. De lo cual se infiere no hay un archivo unitario ni una administración centralizada de la documentación. Y que la forma en que en el Sodalicio se han manejado los papeles personales es caótica.
COMISIÓN DE ÉTICA Una de las recomendaciones de la Comisión de Ética para la Justicia y la Reconciliación es la siguiente (ver http://comisionetica.org/blog/2016/04/16/informe-final/): «El SCV deberá proceder a la devolución inmediata de toda la documentación correspondiente a cada una de las personas que forma o formó parte de la institución, que así lo solicite». Es un paso necesario que hay que dar, pues no es prudente ni recomendable que información sensible como la que he detallado arriba permanezca en manos de una institución que se ha caracterizado por su falta de transparencia y su deslealtad hacia quienes depositaron su confianza en ella.
Reconozco, por lo menos, que es un progreso que se me haya devuelto la documentación que ahora tengo en mis manos. En otras épocas eso hubiera sido impensable, pues quien abandonaba la institución era considerado como un renegado al que no se le debía ningún favor. Conozco por lo menos el caso de un muchacho que solicitó que se le devolvieran los originales de sus certificados de estudios para continuar con su formación profesional y el Sodalicio se negó a ello. Pues en la institución se asumió durante mucho tiempo como un dogma que a aquél que la abandonaba le iba a ir necesariamente mal en la vida. Y el Sodalicio se preocupó, en la medida de lo posible, de que así fuera efectivamente.
Quisiera terminar con una frase que pone Alessandro Moroni en la carta que me envió: «Le ruego al Señor que bendiga los nuevos caminos por los que Él te esté llevando. Te ofrezco mis oraciones por ti y tu familia». Agradezco estas intenciones y espero que sean una auténtica señal de que un verdadero cambio se está operando en el Sodalicio. Es lo que muchos esperan, incluyendo a tantos que han sufrido daños graves de parte de la institución.

Han perdido la decencia... ha ganado la igualdad: Estado Laico kaput

Las diversas confesiones religiosas que propugnan
el proyecto de ley de igualdad religiosa aprobado ayer
en el Congreso han perdido la dignidad y la decencia
y se declaran enemigos de un Estado Laico para el Perú


A los interesados en un Estado Laico:

http://www.facebook.com/group.php?gid=115280842118

Pretendíamos que el Estado Laico promoviese la separación irrestricta de iglesias y Estado, que fuese un modo civilizado de convivencia entre los creyentes de diversos credos entre sí y entre los creyentes y no-creyentes. Pensábamos que el pretendido Estado Laico iba a ser la culminacion de un esfuerzo ético por la neutralidad, el respeto y la tolerancia mutua.

Sin embargo es evidente que el totalitarismo de las sectas religiosas se está imponiendo arteramente sobre el anhelo de construir un Estado racional, moderno y democrático para todos. El Estado que vendrá ahora será un Estado donde el avasallamiento de la libertad de conciencia mediante la persuasión coercitiva en la educación pública estará validado por el concepto torcido de "libertad religiosa". La "libertad religiosa", como dijo un visionario, es la libertad de los ignorantes, es la necesidad de mantenerse en el oscurantismo disfrazando la ignorancia cual si fuese un "derecho humano".

Estamos al filo de permitir que nuestra patria se convierta en el paraíso de las sectas donde cualquier grupo religioso, ahora con condición de ente jurídico público, tenga la prerrogativa de usufructuar de nuestos impuestos y del patrimonio nacional, para el enriquecimiento particular de sus líderes.

Ahora quieren que veamos impasibles cómo se estabecen concordatos ya no solamente con la iglesia católica sino con cuanto grupete oscurantista y medieval quiera succionar de la mamadera del Estado Peruano. A diferencia del costoso avance de la laicidad logrado en varios países de la comunidad europea en el Perú vamos caminando raudamente al medioevo mediante el financiamiento y la subvención de las irracionalidades que promueve este proyecto de ley.

Ahora quieren que los bienes mal obtenidos sean "inembargables". En otras palabras, quieren la impunidad cuando sean acusados por cualquier delito que pudiesen cometer. La bancarrota de la iglesia católica estadounidense por los cargos de pederastia clerical no hubiese sido posible si sus bienes hubiesen sido declarados previamente "inembargables".

Ahora ya tampoco quieren pagar impuestos a la renta, alcabala, predial ni propiedad vehicular. Ahora ya no quieren bailar con su propio pañuelo. Ahora también quieren ser las sanguijuelas religiosas del Estado Peruano. Bonito ejemplo el de la iglesia católica.

Está en nuestras manos el elevar nuestra enérgica protesta y utilizar todos los foros de discusión posibles para lograr una conciencia corporativa e intentar evitar un retroceso monumental de nuestra sociedad a estadíos primitivos de religiosidad, irracionalidad y fundamentalismo.

Héctor Guillén Tamayo
03.07.09